La infanta Elena se relaja a todo galope en Sevilla

Participó en el Concurso Nacional Hípico que se disputó durante estos días en el Real Club Pineda de la ciudad hispalense y en las pistas coincidió con un gran amigo suyo y jinete olímpico, Luis Astolfi, que no pudo concursar al lesionarse una pierna

Por hola.com

 

VER GALERÍA

 

La infanta Elena se relajó este fin de semana a todo galope en el Concurso de Saltos Nacional que se disputó durante estos días en el Real Club Pineda de Sevilla. La Infanta, que llegó acompañada de su entrenador hípico, Felipe Zuleta, demostró a lomos de sus caballos Qant y Ariel con los que participó en la modalidad de saltos de obstáculos que, a punto de cumplir 49 años (el 20 de diciembre), sigue en plena forma. No obtuvo demasiada suerte en las pruebas de altura de 1,30 , al no conseguir clasificarse por derribar obstáculos y por exceso de tiempo, pero el pasado viernes realizó un buen recorrido y se clasificó entre los primeros quince puestos de los 33 participantes.

No obstante, la hípica era la excusa. La primogénita de los Reyes aprovechó su estancia en casa de unos amigos de Sevilla para estar y pasar un agradable fin de semana con sus amistades, como junto a sus primas Margarita Maldonado Borbón-Dos Sicilia y Luisa de Orleans e Bragança, con quienes comió en el Real Club Pineda de la capital andaluza.También se reencontró con numerosos conocidos del mundo de la hípica. Antes y después de competir, se dio una vuelta por las instalaciones del Club Pineda, con un atuendo muy deportivo -un chaleco de plumas sobre la chaqueta de amazona para combatir el fresco de la mañana, gafas de sol, una gorra y la habitual trenza que suele hacerse para concursar-, y aprovechó para tomarse un refresco con varios amigos. A pie de pista, estuvo hablando con su compañero de pistas Luis Astolfi, que se lesionó en una pierna y no pudo competir haciéndolo en su lugar su hijo, Luis Astolfi Florez, que se clasificó en una de las pruebas obteniendo un buen resultado.

 

VER GALERÍA

 

A la infanta doña Elena se la vio relajada y feliz. Porque disfrutaba de su gran pasión, ella que es una enamorada de los caballos, y porque se encontraba de nuevo en Sevilla, la ciudad que siente un poco suya, al igual que todos los miembros de la Familia Real española, como volvió a reconocer. Un cariño hacia la capital andaluza y su gente que es correspondido.