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Psicología

Los niños y los adolescentes también tienen astenia primaveral y así les afecta

Los cambios emocionales y físicos propios del cambio de estación no afectan únicamente a los adultos

La astenia primaveral afecta a muchas personas en esta época del año y, aunque se trata de un fenómeno que, por lo general, tendemos a asociar más a adultos, también se da en niños y adolescentes. En unos y otros, “se caracteriza por una sensación general de fatiga, falta de energía y cambios en el estado de ánimo. Aunque no se considera un trastorno médico en sí mismo, puede impactar significativamente en el bienestar y la calidad de vida de quienes lo experimentan”, nos indica Conchita Sisí, psicóloga especializada en atención a niños y adultos jóvenes y directora de la clínica Salud en Mente (clinicasaludenmente.com).

¿Cómo afecta la astenia primaveral a niños y a adolescentes?

Sisí nos explica que los síntomas pueden variar, pero que habitualmente incluyen “una sensación de cansancio persistente” y cambios de humor, como irritabilidad o tristeza. A esto se suma una mayor dificultad para concentrarse, lo que puede repercutir en el rendimiento académico de los niños y de los adolescentes. Eso sí, la buena noticia es que, como puntualiza la psicóloga, “estos síntomas suelen ser temporales y tienden a mejorar a medida que avanza la temporada primaveral”. En general, la manera en la que la astenia primaveral afecta a los escolares es la siguiente:

1º Desregulación emocional: “Durante esta época es común observar desregulación emocional debido a la transición del clima y la luz solar”. Esta transición propia del cambio estacional puede afectar directamente a las emociones, apareciendo sentimientos como la melancolía o la irritabilidad, que contribuyen a la fatiga y al malestar anímico, fenómeno es especialmente notable en las chicas, debido a que el ciclo menstrual puede verse también alterado. “Los cambios en el estado de ánimo, como la irritabilidad o la melancolía, pueden influir en la motivación y el rendimiento académico de los estudiantes”, añade Conchita Sisí.

2º Expectativas sociales: Después de los meses de invierno, la llegada de la primavera puede generar expectativas de mayor actividad social, lo que “puede generar estrés adicional, especialmente en aquellos que se están preparando para exámenes importantes o tienen preocupaciones académicas”. En muchos casos, esto puede derivar en una disminución en las ganas de estudiar y afectar la concentración en clase, lo que a su vez puede impactar negativamente en el rendimiento escolar.

“A esta expectativa social se le suma el fenómeno FOMO o Fear of Missing Out, que nos viene acompañando hace tiempo, coincidente con la aparición de las redes sociales”, explica la directora de la clínica Salud en Mente. “Consiste en un miedo irracional a ‘perderse cosas’ que están pasando fuera”. Sisí pone como ejemplo un día soleado; el estudiante puede pensar que con el buen tiempo debería estar en la calle y que sus amigos lo están pasando bien sin él.

3º Cambios estacionales: La transición de climas oscuros y fríos a temperaturas más cálidas puede alterar los ritmos circadianos y afectar el estado de ánimo y la energía, lo que alimenta aún más la desregulación emocional y el estrés por las expectativas sociales. “Esta desregulación puede conducir a una peor calidad del sueño y una mayor fatiga”.

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¿Se pueden frenar o paliar los síntomas de la astenia primaveral?

“Para ayudar a los niños y adolescentes a manejar la astenia primaveral, es importante que los padres fomenten el autocuidado y establezcan rutinas saludables en el hogar”, recomienda la psicóloga. De manera detallada, estas son las pautas que deberíamos seguir con nuestros hijos menores de edad para ayudarles a hacer frente a la astenia primaveral:

  • Autocuidado: es importante “asegurarse de que sus hijos dediquen tiempo a actividades que promuevan el bienestar físico y emocional, como el ejercicio regular, la alimentación balanceada y el descanso adecuado”. Averiguar qué es aquello que les hace sentir bien y fomentar que lo hagan les será de gran utilidad.
  • Seguir rutinas: “establecer horarios regulares de sueño y mantener una rutina consistente puede ayudar a estabilizar los ritmos circadianos y reducir la fatiga”.
  • Apoyo emocional y social: es muy beneficioso para los niños y los adolescentes que estos cuenten con “un sistema de apoyo emocional, ya sea a través de amigos, familiares o grupos de apoyo”. Les será de gran ayuda en momentos de fatiga y malestar.
  • Aprender a manejar el estrés: “Los padres también pueden enseñarles técnicas de manejo del estrés y la ansiedad, como la meditación y la respiración consciente, estrategias de manejo de las redes sociales, para ayudarles a enfrentar los desafíos emocionales que puedan surgir”. Esto les ayudará, en primer lugar, a reducir el estrés y, en consecuencia, a mejorar el estado de ánimo.