Logopedia en una sesión con una niña©AdobeStock

Salud

‘¿Hablará peor mi hijo si tiene los dientes mal alineados?’

Hay muchas circunstancias que intervienen en el desarrollo del lenguaje oral por parte de los niños. Una de ellas puede ser la posición de los dientes. ¿Cuándo es necesario intervenir desde la logopedia para solventar el problema?

Falta de piezas dentales, separación excesiva entre ambas, maloclusión... son problemas que afectan, entre otros aspectos, también al habla del niño. Por eso, el trabajo conjunto de odontólogo y logopeda es fundamental.

Para saber cómo se relacionan, hemos recurrido a Paloma González Ramírez, logopeda especialista en deglución atípica y trastornos de la voz, con consulta en Mapfre Málaga, que nos cuenta todo lo que hay que saber sobre este tema.

¿Por qué influye la posición de los dientes?

Labios, lengua, paladar y dientes conforman la cavidad oral y cada uno tiene una función concreta a la hora de articular los sonidos. Si nos ceñimos a los dientes, hay fonemas que necesitan directamente de ellos para ser articulados. Es el caso de los fonemas /d/, /t/, /z/ o /f/.

“Hay diferentes tipos de anomalías dentarias, entre las que encontramos la ausencia total o parcial de las piezas, en cuyo caso, por razones obvias, la articulación de ciertos sonidos se vería impedidad o alterada”, confirma la experta. En otro tipo de caso, como cuando hay un diastema (separación o hueco entre los dientes) también puede verse afectada el habla en relación a la emisión de determinados sonidos, debido al escape de aire que se produce en los dientes.

Es un aspecto a seguir investigando, pues aunque hay estudios con evidencia científica que señalan la relación ente anomalías en la dentición y trastornos en la articulación del habla, para otros autores no está tan clara.

Niña en sesión de logopedia©AdobeStock

¿Cómo afecta la maloclusión al habla del niño?

Hablamos de maloclusión dental cuando los dientes superiores e inferiores no encajan correctamente. Hay tres tipos de maloclusión que se relacionan íntimamente con trastornos del habla, tal como indica Paloma González Ramírez (@pgr.logopeda, en Instagram):

  • Mordida de clase III o prognatismo (cuando la mandíbual está adelantada y los dientes inferiores quedan unos milímetros por delante de los superiores): “Hay una dificultad evidente para pronunciar aquellos fonemas en los que los dientes participan de manera activa, cuya producción normalmente no se verá impedida, pero sí considerablemetne distorsionada”, advierte.
  • Mordida abierta (los dientes superiores y los inferiores no encajan entre ellos): “Según los milímetros de apertura, se verán afectados en mayor o menor medida especialmente los sonidos /s/ y /t/, además de la /z/, aunque también se encuentra vinculado a la dificultad para decir la /rr/”.
  • Sobremordida (los dientes superiores cubren de manera notable a los de abajo y se encuentran adelantados): En este caso destaca, sobre todo, la distorsión en la producción de la /s/.

Hay que tener en cuenta que “cuanto más severa es la maloclusión, mayor es la probabilidad de que existan alteraciones en el habla”. No obstante, también existe el caso de niños que no presentan una oclusión adecuada y, sin embargo, “no desarrollan alteraciones del habla, lo cual puede deberse a una compensación fisiológica de la anomalía anatómica”, subraya la logopeda.


¿Cuándo se necesita también una intervención odontológica?

Desde el momento en que los síntomas de maloclusión son perceptibles, se puede valorar la colocación de una ortodoncia preventiva. Su objetivo será corregir anomalías antes de que puedan dar lugar a problemas más serios a nivel dental, óseo y de la musculatura facial. “Este tipo de tratamiento ortodóntico se suele implantar en niños de entre cuatro y seis años, edad en la que el habla se debe haber desarrolloado prácticamente por completo, a falta de ciertos fonemas o grupos consonánticos que se encontrarían aún dentro del periodo de adquisición”, recalca la especialista. Lo más recomendable es que se realice un trabajo conjunto entre logopeda y odontopediatra para que el tratamiento sea totalmente efectivo y no haya lugar a las recaídas.

A veces, las anomalías ortodónticas pueden deberse a malos hábitos del niño que hayan desembocado en una deformidad dental que repercuta también en la emisión de ciertos sonidos. Por ejemplo, morderse las uñas, chuparse el dedo o colocar la lengua en una posición incorrecta. En estos casos, “el logopeda se encargará de realizar una terapia miofuncional en la que habrá de tonificar y movilizar la musculatura orofacial, además de enseñar la posición correta de la lengua en reposo y a la hora de deglutir”, explica.

La intervención del odontopediatra también puede ser necesaria en otros casos en que hay dificultades en el habla. Sucede así con la anquiloglosia (frenillo lingual corto). Se corrige mediante una frenectomía o frenotomía, que “ha de realizar un odontopediatra, siendo estrictamente necesaria una rehabilitación postoperatoria por parte del logopeda, con el fin de que el paciente adquiera una adecuada motricidad y tonicidad lingual”, aclara.