La tarta de bodas de Alberto y Charlene de Mónaco fue una espectacular creación de siete pisos, metro y medio de diámetro y dos y medio de alto, con dos mil flores de azúcar. La flor que coronaba el pastel, una protea, es un símbolo nacional sudafricano, en homenaje a la princesa.
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La tarta de bodas de los padres del príncipe Alberto, Grace y Rainiero de Mónaco.
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El pastel de la boda de los Duques de Cambridge incluía 17 flores diferentes, tenía más de un metro de alto, pesaba 100 kilos y requirió a un equipo de seis personas y tres días para completarse.
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Las flores elegidas: la rosa de Inglaterra, el cardo de Escocia, el narciso de Gales y el trébol de Irlanda.
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La reproducción del pastel de bodas de los Duques de Cambridge, obra de Fiona Cairns, incluye el primer corte de los recién casados.
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Con motivo de la Boda Real británica, Harrods expuso una colección de pastelería atelier, con tartas de boda de diseño, como esta de Estee Lauder.
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La tarta de bodas de Isabel II de Inglaterra y Felipe de Edimburgo, con relleno de ron, brandy y frutas. Una de las rebanadas de este pastel se subastaba este mismo año, seis décadas más tarde del enlace, preservado desde el 20 de noviembre de 1947.
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La tarta de cinco pisos de la boda entre la princesa Ana y Mark Phillips, en 1973.
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Victoria de Suecia y Daniel Westling contaron con el diseño de Gunter Koerffer para crear su tarta de bodas.
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El maestro integró también el equipo de pasteleros que confeccionó la tarta nupcial de los reyes Carlos Gustavo y Silvia en 1976.
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Otra de las tartas más espectaculares de las bodas reales británicas fue la del príncipe Jorge, Duque de Kent, y Marina de Grecia en 1934, coronado con largas guirnaldas de flores naturales y pilares arquitectónicos de estilo griego.
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El pastel de bodas de Mette-marit y Haakon de Noruega, con planta rectangular, siete pisos de altura, y relleno de ron y coñac.