Casi una semana después de recibir el alta del hospital UCLA de Los Ángeles, Britney Spears va retomando poco a poco su ritmo de vida normal. Arropada en todo momento por sus padres, Lynne y Jamie, la artista ha recuperado la sonrisa y las ganas de volcar su fuerza en el trabajo. La mejor terapia para superar la situación que la ha llevado a distintas clínicas dos veces en el último mes y medio es el cariño de su familia, que ahora más que nunca permanece junto a ella. Así se la ha podido ver con su madre visitando diversas tiendas de ropa, como Miss Sixty, en las que pasaron una distendida tarde de compras.
En ella, la princesa del pop compró unos pantalones vaqueros de la marca J Rocker Jeans, dos camisetas y un vestido azul, prendas por valor de 650 dólares (casi 450 euros). Después de un cierto distanciamiento entre ambas, su relación parece haber mejorado e incluso Britney hizo caso a los consejos de su madre para decidirse por algunas prendas, según declararon algunos testigos de la escena a la revista People.
Las aguas han vuelto a su cauce también en el terreno profesional, ya que la intérprete de Gimme more estaría preparando una gira mundial con los temas de su último disco Blackout (una noticia que su entorno no ha confirmado de momento). Quizá para ponerse en forma y hacer frente a las intensas coreografías que requeriría un tour de estas características, se ofreció para dar una clase de baile a un grupo de niños de entre 4 y 7 años. Los pequeños, encantados con la experiencia, aprendieron de la cantante algunos pasos sencillos y hablaron un rato con ella.
Mientras Britney intenta dejar los problemas atrás, su padre Jamie ha decidido despedir a su manager Howard Grossman, debido a que habría incumplido las órdenes del tribunal visitándola cuando le dieron el alta. Se habría negado además a proporcionar a sus abogados documentos relativos a los contactos que él mantuvo con Sam Lufti, una de las personas más cercanas a Britney, y contra quien consiguieron una orden de alejamiento.