Boda de Inés Sastre con Alex Corrías: todas las imágenes

La modelo nos comenta todos los detalles de su enlace, que tuvo lugar el pasado 8 de abril

Por Hola.com

A lo largo de su brillante carrera como modelo se había vestido muchas veces de novia. Pero hasta el mediodía del pasado sábado 8 de abril no lo había hecho de verdad. Inés Sastre se ha casado. Y lo ha hecho por sorpresa. Hasta el punto de que se saltó el habitual trámite de presentar como novio al que desde hoy es ya su marido, el abogado Alex Corrías, un amigo de hace más de diez años. A esto hay que añadir que Inés está esperando su primer hijo, que, según nos ha dicho, nacerá el próximo otoño. La ceremonia -cuyas imágenes puede ver esta semana en la revista ¡HOLA!- tuvo lugar en Little Oratory, lugar conocido como «iglesia de los españoles», que se encuentra en Brompton Road, una de las zonas más chic de Londres, y fue oficiada por el padre Alexander, un sacerdote amigo de la novia.

Al enlace, de carácter íntimo, asistieron unas 80 personas, entre familiares y amigos muy próximos a la pareja. Inés Sastre llegó a la iglesia del brazo de su padre, Eduardo Sastre. El novio, Alex Corrías, ejecutivo de una importante empresa de comunicación, vestía de impecable chaqué y llegó muy puntual al templo, esperando a la novia al pie del altar. Durante la ceremonia, Inés no pudo contener las lágrimas cuando Pilar Corrías, hermana del novio, leyó en italiano una de las lecturas bíblicas. Candelas, la hermana de Inés, fue la encargada de leer en castellano el segundo de los textos bíblicos. La novia llevaba un vestido de su gran amiga la diseñadora italiana Alberta Ferretti. El traje, de corte imperio, blanco y de manga corta, estaba confeccionado en organza, seda y encaje y tenía un gran escote en ‘V’, velado en parte por un tul en redondo. La actriz tenía un recogido en el pelo, creación de Richard Dalton, el peluquero de la princesa Diana, del que colgaban varias cintas a modo de original velo. Como joyas, Inés llevaba unos preciosos pendientes de brillantes en forma de lágrima.

Por parte de la familia de la novia asistieron, entre otros, su madre, Candelas Moratón, y su hermana, Candelas Sastre (con sus dos hijos, de seis y cuatro años). Entre los íntimos de la actriz se encontraban Marella Rossi, hija mayor del anticuario francés Jean-Marie Rossi, con la que Inés compartió estudios en la Sorbona, y que, embarazada de cinco meses, fue uno de los seis testigos de la novia; Blanca Suelves y su marido, Ioannes Osorio, duques de Alburquerque; Elena Cué, que viajó a Londres sin marido, Alberto Cortina; Sofía Henkart, relaciones públicas de Lancôme, la firma de la que Inés es imagen, y Paz, representante de la modelo.

Tras la boda, novios e invitados se trasladaron al prestigioso Club 22 de la capital británica, situado en la Sportman Square, donde tuvo lugar el almuerzo. El menú estuvo compuesto por espárragos aderezados con trufa y salsa holandesa, lubina sobre lecho de polenta, con vegetales de temporada. Postre: panacota de vainilla con frambuesas y cerezas al champán. Como curioso detalle cabe destacar que no hubo tarta, aunque sí se mostró a los comensales el pastel nupcial, que, una vez partido, fue enviado al comedor de caridad en el que el padre Alexander acoge diariamente en la capital británica a los «sin techo».

Ya convertida en señora de Corrías, aunque ella seguirá siendo siempre Inés Sastre, la gran estrella de Lancôme, firma de la que es imagen para todo el mundo desde hace diez años, conversamos con la actriz y modelo. Inés, que está radiante y llena más que nunca de energía y de vida, nos dice:
—Quería que mi boda fuera algo marcado por la intimidad. De ahí que sólo hayan asistido a nuestro enlace la familia y algunos de los amigos más cercanos. Por otra parte, no he querido dar —ni confirmar después cuando surgieron los rumores— la noticia de mi embarazo hasta que mi ginecólogo me confirmara que todo estaba bien. Ya se sabe que en este asunto no conviene precipitarse, sino que, por el contrario, hay que esperar un tiempo prudencial. Es, por supuesto, una noticia superbonita, pero hay que ser, repito, prudente a la hora de darla. En este sentido, creo que las que son madres me van a entender muy bien. Por otra parte, me apetecía anunciar las dos cosas a la vez: la boda y el embarazo.
—Alex y tú erais amigos y os reencontrasteis cuando fuiste a rodar a Roma la película «La cena per farli cognoscere» («La cena para que se conozcan»), de Pupi Avati, con lo que, en cierto modo, podría decirse que Avati es el «culpable» de esta boda.
—Sí, al final va a resultar que fue Avati quien tuvo la «culpa». Pero no, Alex y yo ya nos conocíamos, ya nos habíamos visto mil veces. Lo que pasó fue que en diciembre nos empezamos a mirar de otra manera. Para que esto sucediera, fue necesario que, durante esos diez años de amistad, los dos hubiéramos ido evolucionando en la misma dirección. Ya se sabe: hay veces que al evolucionar cada uno por su lado, dos personas se van distanciando. En nuestro caso ocurrió todo lo contrario: llegamos a un punto de convergencia. Y aquí estamos ahora, convertidos en marido y mujer.
—Habías estado una vez cerca del altar, pero al final no te decidiste. Ahora, sin embargo, has deshojado rápidamente la margarita.
—Sí, fue bastante rápido. Pero es que ya jugábamos con la ventaja de que nos conocíamos desde hace diez años. Nos conocíamos como amigos. Con lo cual había, si se quiere, más seguridad, más camino recorrido. Y es que tal vez con la amistad conoces mejor a la otra persona que si esa misma persona es tu novio, puesto que ya sabes que, por desgracia, en bastantes noviazgos —no digo en todos— vas siempre como de visita, intentas siempre parecer bien, caer bien. Mientras que, entre amigos, hay más espontaneidad, menos compromiso, no tienes por qué andar ocultando nada.
—¿El hijo que esperas es un hijo querido, deseado?
—Por supuesto. Completamente querido y deseado. Por otra parte, yo creo que el efecto sorpresa es muy Inés.
—Más claro, ¿te casaste no porque estés embarazada, sino que te has quedado embarazada porque ya tenías decidido casarte?
—Por supuesto. Más claro todavía: no me casé porque esté embarazada sino porque estoy enamorada. Han venido las dos cosas juntas.
—¿Es cierto que tiene el título de barón?
Inés deja escapar una sonora carcajada:
—Alex es varón, pero con «uve». Como dice mi padre, es «varón: masculino singular».
—¿Cómo te sientes, Inés?
—Feliz. Contenta y muy feliz. Ha salido todo muy a la manera de Inés. Y estoy encantada.