Lucía Rivera: esencia de ‘top’
Protagonizó su primera portada con solo dos años, asumiendo la fama como algo inevitable, y desde entonces nunca dejó de estar ante los focos. A pesar de su juventud, la hija de Blanca Romero y Cayetano Rivera lleva más de una década en la moda, un trabajo que reconoce duro, pero que le apasiona. Se abrió al mundo ‘desde un sitio de honestidad’ en su libro de memorias, ‘Nada es lo que parece’, y llega a nuestras páginas como embajadora de la fragancia ‘Fame Intense’ de Rabanne, una marca que, confiesa, la llamó en el momento que más lo necesitaba, tras ‘medio año apartada, sin esperanza ni ganas’. Confiesa que, a sus 25 años, a veces siente que tiene 40 ‘he tenido que aprender mucho en poco tiempo’ revela-, y en sus planes de futuro cabe tanto abrir su propia agencia de modelos como irse a vivir a Bali
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“Trabajar. Trabajar”. Así de decidida responde Lucía Rivera a la pregunta sobre qué es lo que más le gusta hacer en el mundo. “Cuando llego a un shooting, soy la mujer más feliz”. Aunque, confiesa, eso sí, que no siempre puede hacer solo trabajos soñados. “Hay momentos que me gustan menos, claro, pero tengo que pagar la comida, el alquiler, la cuota de autónomos… Y siempre hay mucho trabajo detrás, incluido el que hay que hacer con tu propio cuerpo”, añade.
“Intento hacer que mi armario sea sostenible y no meto nada nuevo en él si antes no sale una pieza”
-¿Cómo llevas esa parte?
-Mejor que antes. He sufrido una dismorfia corporal terrible, y aún no estoy curada del todo. Cuando, por ejemplo, me toca un shooting de lencería, mi cabeza ya empieza a darle vueltas y lo paso mal. Me exijo demasiado.
-El nivel de exigencia puede ser inalcanzable.
-Sí. Es muy fácil entrar en la obsesión. Pero la edad me ha ayudado, porque ser modelo es saber que te van a decir “no”, “no” y “no” de nuevo, y también saber que los directores de casting que te rechazaron otro día te van a adorar ¡y tú no dejas de ser la misma!
“Lo que más me gusta en el mundo es trabajar. Cuando llego a un shooting, soy la mujer más feliz”
“Nunca me había puesto perfume hasta que fui consciente de su importancia, de ese momento en que te miras al espejo y dedicas unos segundos a perfumarte. Es un momento de bienestar para mí”
-No has tenido miedo de ir a trabajar a París y a Milán, donde no eres conocida.
-Me voy a no ser Lucía Rivera, sino solo Lucía, pero es duro. Es empezar de cero y también es estar más expuesta. Es lo que peor llevo, tener que estar siempre alerta. En España ya sé quién abusa de las modelos, aunque aquí estoy alerta por otras cosas, como salir de fiesta y que cualquiera me haga una foto que salga en todas partes.
-¿Libera el anonimato?
-Ahora estoy en un momento muy tranquilo, sin prensa en la puerta. Es que eso debería ser ilegal… ¡Estuve años arreglándome hasta para ir a comprar el pan! Esa presión de siempre ser perfecta es tremenda. Pienso mucho en Victoria Federica y esa gente tan joven, y me da mucha pena, porque yo ya estoy acostumbrada. Pero yo quiero ser modelo, ¡no famosa!
“Crecí obsesionada con Rabanne, ¡moría por trabajar con la marca! y me llamaron justo tras mis meses de depresión: fue como una señal, saber que había llegado un cambio de ciclo”
-Tú eres también joven…
-Tengo 25 años, pero a veces parece que tengo 40. He tenido que aprender mucho en poco tiempo.
-Hablas mucho de lo que te ha enseñado la terapia.
-He aprendido muchísimo y me queda mucho más por aprender, porque no es un camino recto, sino con altibajos. Lo noto incluso en cómo cuento las cosas: me ha enseñado a ser menos victimista y hacerme cargo de lo mío. A ser más consciente y no ir con el piloto automático, a reflexionar. Y ha cambiado mi forma de relacionarme para hacerlo de una manera sana, incluso conmigo misma, y evitando a la gente que se aprovechaba de mí. Es difícil tener parejas y amigos reales, hubo un tiempo en que tenía mucho miedo a lo que pudieran contar de mí.
“Me fijo en cómo están hechas las prendas y me pregunto si las voy a usar a menudo. Solo quiero piezas que duren años”
-Contaste mucho sobre ti en tu libro de memorias.
-Creo que ni la mitad de lo que hubiera expresado si no fuera por el miedo al qué dirán. A veces me arrepiento porque abrí una puerta que siempre había preservado solo para mí, y hay quien lo entendió mal cuando el libro no era amarillista, sino que venía de un sitio de honestidad.
“No puedo tener muy lleno mi armario, no tengo la creatividad para combinarlo. Por eso intento hacerlo más sostenible: la ropa del día a día la regalo y vendo las piezas de más valor”
-Llegas a estas páginas como imagen de Fame Intense, de Rabanne. Parece que hay algo en el nombre…
-¡Eso parece! (Ríe). ¿Sabes que crecí obsesionada con Rabanne? ¡Moría por trabajar con la marca! Y nunca se daba… Cuando volví a trabajar, tras mis meses de depresión, tras medio año apartada, sin esperanza ni ganas, me llamó Rabanne. Fue como una señal, saber que había llegado un cambio de ciclo. Estéticamente siento que voy muy de la mano con su moda, porque es muy sexy sin ser sexualizado, me gusta mucho.
-¿Cuál es tu relación con las fragancias?
-Nunca me había puesto perfume hasta que fui consciente de su importancia, de ese momento en que te miras al espejo y dedicas unos segundos a perfumarte. Es un momento de bienestar para mí. Ahora ya no sé salir de casa sin perfume, ¡vuelvo a subir si salgo sin él!
“La terapia me ha enseñado muchísimo, y aún me queda mucho más por aprender, no es un camino recto”
-¿Cuáles son tus prendas favoritas?
-Mi vestidor está compuesto, sobre todo, de abrigos y chaquetas, principalmente de cuero. ¡Me encantan! Soy muy básica: voy siempre con jeans, camisa o camiseta y chaqueta.
“En mi trabajo, cumplir años es un suplicio. Cada año que pasa es uno menos que te queda de carrera”
-¿Qué te gusta comprar?
-Ahora solo adquiero ropa vintage. ¡Me niego a comprar nada nuevo! Es por una cuestión de sostenibilidad y también por tener prendas que nadie más tenga.
-¿Cómo es tu armario?
-No puedo tenerlo muy lleno, no tengo la creatividad para combinarlo. Por eso intento hacer mi armario más sostenible: la ropa del día a día la regalo y vendo las piezas de más valor. Hay cosas a las que tengo muchísimo cariño que no venderé, como un bolso muy especial que me regaló mi madre, pero cuando me quiero comprar algo, pienso antes en qué vender. No meto nada nuevo en el armario si antes no sale otra pieza. Y no es solo por la cartera (que también lo es, no voy a mentir), sino también por consumir de forma más sensata.
“A veces me arrepiento de mi libro de memorias, pues abrí una puerta reservada solo para mí, pero venía de un sitio de honestidad”
-¿Te fijas en cómo están hechas las prendas?
-Sí. Me fijo en si son clones o imitaciones, miro las costuras, la tela, la calidad, y me pregunto si realmente la voy a usar a menudo. Solo quiero prendas que me duren años. Ahora llevo un bolso de marca, sí, pero lo uso desde hace siete años. Tengo cazadoras, bolsos y vaqueros ¡que son de mi madre! Creo en un armario responsable.
“Estoy enamorada del pilates. Me ayuda a tener conexión con mi cabeza y a estar en contacto con mi cuerpo, a estar más tranquila y calmada”
¿Cómo te planteas el futuro?
-En mi trabajo, cumplir años es un suplicio, ¡un suplicio! Cada año que pasa es uno menos que te queda de carrera. Si sigo en la moda, será quizás creando una agencia para arreglar una parte de la industria que creo se puede mejorar. O quizás me vaya a Bali a escribir, o a ser instructora de pilates. ¡Estoy enamorada del pilates! Tuve una relación horrible con mi cuerpo y con el deporte porque no lo hacía por mí, sino solo para adelgazar. Pero el pilates me ayuda a tener conexión con mi cabeza, a estar en contacto con mi cuerpo. Me cansa físicamente, pero no me agota mentalmente, y me ayuda a estar tranquila y más calmada.
FOTOGRAFÍA: JAVIER LÓPEZ
ESTILISMO: LEIRE PEÑA
TEXTO: STEFANIE MILLA
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: CARMINIA ALBORNOZ PARA RABANNE MAKEUP
AYUDANTES DE ESTILISMO: GELES SOUTELO Y NATALIA FRESNEDA.
AYUDANTE DE FOTOGRAFÍA: PABLO MINGO Y EFRÉN SERRANO
© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.
