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A pesar de sus promesas milagrosas, las dietas yoyó son el peor enemigo del organismo.
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Una boda, una cena importante, la llegada de las vacaciones... las dietas milagro son carne de cañón para estas fechas, en las que se nos hace la boca agua con sólo pensar en perder un par de kilos en poco tiempo. Pero, ¿sabe realmente qué riesgos conlleva hacer una dieta de este tipo?
Las dietas milagro, también llamadas yoyó (el peso se recupera con la misma rapidez que se ha perdido), son aquellas que establecen un régimen hipocalórico severo a fin de conseguir una pérdida de peso más o menos rápida. Hay muchas: las basadas en un solo alimento (la de la alcachofa, la manzana, la sopa de verduras, el melocotón...), las disociadas (que diferencian entre tipos de alimento según su composición), las cetogénicas (pobres en hidratos de carbono)..., todas ellas apoyadas en la reducción drástica del consumo de calorías, prometiendo adelgazar mucho en muy poco tiempo.
Pero los milagros no existen: perder tres kilos en una semana no es sinónimo de adelgazar. La pérdida de volumen en este tipo de dietas no está relacionada con la pérdida de grasa, sino con la de agua y músculo. Cambiar nuestra alimentación durante unos pocos días conlleva efectos contraproducentes, ya que, una vez finalizada la dieta, la falta diaria de calorías (y por tanto de aporte energético) induce al cuerpo a 'pensar' que atravesamos momentos de escasez, por lo que tenderá a crear una reserva extra de grasa contra la que poco a nada pueden hacer el agua y la masa muscular perdidas.
Este efecto, denominado efecto rebote, puede darse con cualquier dieta en la que no se sigan unas directrices de mantenimiento, y es especialmente severo en las dietas milagro debido a su contundencia. No se trata de estar a dieta toda la vida, sino de mantener a raya los kilos, mejorando nuestra nutrición día a día: aprender a comer sano, respetando todos los componentes de la pirámide nutricional -hidratos de carbono (legumbres, frutas y verduras), grasas (aceite de oliva) y proteínas (carnes, pescados y lácteos)-, y compensar las calorías 'de más' con algo de ejercicio.
Pero, al margen de las repercusiones que puedan derivarse de las dietas yoyó en nuestro aspecto físico, los planes de adelgazamiento de las dietas milagro repercuten directamente en nuestra salud. Al carecer de muchos de los nutrientes esenciales necesarios para el correcto funcionamiento del organismo, seguir una dieta milagro durante más de 10 o 12 días (tiempo necesario para empezar a perder grasa en lugar de masa muscular) puede acarrear consecuencias graves para el mismo: desde fatiga y dolor de cabeza, pérdida del cabello o depresión, por la falta de vitaminas y minerales, hasta un aumento en el índice de colesterol, daños en el riñón y el hígado, o la aparición de problemas cardiovasculares.
En definitiva, con una dieta sana la pérdida de peso será más lenta (entre medio kilo y un kilo por semana), pero mucho más efectiva y saludable a largo plazo. De cualquier modo, siempre es acudir al médico quien aconsejará la mejro manera de perder peso de forma sana y equilibrada.
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