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Los alimentos deben estar cubiertos de sal tanto por encima como por debajo.
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La salmuera, en mayor o menor proporción, ha sido empleada con el objetivo de conseguir que los alimentos se conservaran durante más tiempo. Hoy día utilizamos las salmueras en la cocina a la búsqueda del sabor más que de la conservación, ya que disponemos en todos los hogares y establecimientos de máquinas refrigeradoras adecuadas para esto último. Lo normal es obtener la salmuera mediante la cocción de agua con distintas cantidades de sal, siendo mayor su poder conservante cuanta mayor es la cantidad sal y menor la de agua.
De hecho, algunas salmueras son realmente sal que se humedece posteriormente gracias a los líquidos que absorbe del elemento al que envuelve: tal puede suceder con el magret cuando hacemos un jamón de pato o con el líquido que acaba envolviendo a las anchoas, mezclado con la sal gruesa. Hay distintos tipos de salmuera, en el sentido de que según el tipo de utilización que le vayamos a dar, requeriremos una mayor o menor concentración de sal en el agua. Si es para embotar bonito, se debe hacer la prueba del huevo: se añade sal al agua, se hierve y, cuando ya está fuera del fuego, metemos un huevo: si hay suficiente sal, el huevo flotará; si no, debemos añadir más.
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