Medio siglo después, la leyenda de John F. Kennedy sigue viva

Hace 50 años del asesinato del presidente durante un desfile por las calles de Dallas, un trágico episodio que hoy en día sigue muy presente en la memoria de todos

by hola.com

En unos pocos segundos, unos disparos cambiaron el destino de América. John F. Kennedy y su esposa, la siempre bella y elegante Jacqueline, vestida con un Chanel rosa chicle, saludaban a las miles y miles de personas que abarrotaron las calles de Dallas. En plena campaña de reelección, el matrimonio, que se mostraba feliz e ilusionado ante un futuro de lo más prometedor, iba a bordo de la Lincoln Continental Limousine de color azul, que se tiñó de rojo después de que el presidente fuera tiroteado y herido de muerte. Kennedy, el hombre más joven en ganar unas elecciones presidenciales -y el único católico hasta la fecha- fue el cuarto mandatario estadounidense asesinado y su figura se consolidó como un mito popular, manteniéndose 50 años después como uno de los presidentes más valorados y queridos por los ciudadanos. Hoy perdura su don de gentes, su encanto y ese "algo" que hace especiales a figuras de su talla.

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Joseph Patrick Kennedy, embajador de Estados Unidos en Inglaterra, junto a su esposa Rose Fitzgerald Kennedy, acompañados de ocho de sus nueve hijos. De izquierda a derecha: Edward, Jeanne, Robert, Patricia, Eunice, Kathleen, Rosemary y John. 
John Fitzgerald Kennedy (a la derecha) junto a su hermano mayor Joseph Jr. y su padre Joseph, en una imagen que fue tomada en julio del año 1938 en Southampton. 
El enlace entre John F. Kennedy y Jacqueline Bouvier fue el evento social de la temporada en 1953. La pareja se dio el 'sí, quiero' en la iglesia St. Mary en Newport, Rhode Island, en una boda digna de un gran mandatario: 700 invitados a la ceremonia y hasta 1200 personas convidadas a la recepción, que se celebró en la mansión familiar de la novia. Jackie fue una de esas novias que no se olvidan y causó sensación con un espectacular vestido con falda bouffant que estaba hecho con 50 metros de tafetán de seda en color marfil y fue diseñado por Ann Lowe. 
John F. Kennedy junto a sus padres y su esposa a principios de 1960 en la Casa Blanca. 
En 1956, la esposa del por aquel entonces senador John F. Kennedy dio a luz a una niña que nació muerta. Sin embargo, un año después la alegría inundó la casa de la pareja con el nacimiento de su hija, Caroline, con la que tanto John como Jackie se deshacían en mimos y atenciones. Desde ese momento, las cosas empezaron a ir mejor y John anunció que había decidido presentarse a la Presidencia de Estados Unidos, lo que conseguiría el 8 de noviembre de 1960, dos semanas antes de nacer su segundo hijo, John Jr. 
Simpática instantánea del presidente norteamericano y su pequeña Caroline. 
La imagen de la izquierda dio la vuelta al mundo. En ella, podía verse al pequeño John gateando debajo de la mesa en la que su padre trabajaba en el despacho de la Casa Blanca. Desde el principio, Jackie quiso que el emblemático edificio funcionara como un hogar, y prueba de ello son las numerosas y entrañables instantáneas que existen de aquella época. 
"Por favor, no me envíes a ninguna parte. Si algo pasa, todos vamos a estar aquí contigo (...). Solo quiero estar contigo, y quiero morir contigo, y así lo quieren los niños, más que vivir sin ti", admitió Jackie, según unas confidencias que fueron publicadas en 2011, tras haber pedido a su esposo que la dejara quedarse con él y sus dos hijos, independientemente de lo que pasara, cuando se vislumbraba la posibilidad de un enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética. 
Según palabras de su propia esposa, John era un padre afectuoso que le había enseñado a nadar a su hija Caroline, además de un apasionado lector que se pasaba el tiempo con un libro en la mano, un presidente que se echaba la siesta en la Casa Blanca en pijama y un católico que realizaba su oración diaria en tres segundos. 
Jackie tomó la decisión de convertirse en la mejor aliada de John en su carrera hacia la Casa Blanca. De hecho, muy pronto los asesores de Kennedy se dieron cuenta de que la presencia de ella en los mítines atraía a más gente. 
John F. Kennedy, 35º presidente de Estados Unidos en una imagen durante su discurso de toma de posesión en Washington el 20 de enero de 1961. 
Jackie tenía una adoración sin límites por su marido. Además de su mejor compañera, también se convirtió en ejemplo de estilo y elegancia y en una refinada anfitriona que cuidaba hasta el más mínimo detalle. 
Los Reyes de España en la Casa Blanca junto al presidente Kennedy en septiembre de 1962. Don Juan Carlos y doña Sofía se encontraban de luna de miel. 
El 22 de noviembre de 1963 el mandatario norteamericano más carismático del último siglo era abatido por el disparo de un francotirador. Las calles de Dallas asistieron horrorizadas a la muerte del presidente en brazos de su esposa. 
Ésta fue una imagen para la historia. Presidiendo con una sorprendente templanza el funeral del presidente, Jacqueline llevaba de la mano a sus dos hijos, que iban vestidos idénticos con abrigos de color azul claro, calcetines blancos y zapatos rojos, y con los que caminó tras el ataúd desde la Casa Blanca hasta la catedral de Sant Matthew. 
Tras el trágico fallecimiento de su marido, la figura y el mito de Jackie se agrandaron quedando convertida en "la viuda de América", que en aquellos tristísimos momentos tan sólo tenía 34 años. 
"Con la muerte de Kennedy hace 50 años, el espíritu de Estados Unidos. empezó su declive, que pasó por Vietnam, la crisis de los rehenes en Irán, el 11 de septiembre de 2001 y la debacle en Irak. Los estadounidenses ya no controlamos nuestra suerte y la desgracia puede llegar por más que nos esforcemos en evitarla. Por eso Kennedy representa un tiempo de mayor esperanza", indicó en una entrevista a la agencia EFE el profesor Jeffrey A. Engel, director del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Metodista del Sur. 
Kennedy fue el cuarto mandatario estadounidense asesinado, tras Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William McKinley. 
La llama eterna de John F. Kennedy, un monumento conmemorativo en la tumba del presidente ubicada en el cementerio de Arlington, sigue muy viva hoy día.