El pasado jueves día 17 Sara Montiel contraía matrimonio civil en el ayuntamiento de Majadahonda (Madrid) con el joven cubano Tony Hernández. La pareja deseaba que su enlace se hubiera celebrado en el domicilio de la artista pero la negativa del juez veinticuatro horas antes cambió todos los planes. Había que comenzar de nuevo. Un volver casi a empezar para Francisco Fernández, administrador de Sara, organizador de todo o de casi todo. Buscar un nuevo sitio y un nuevo juez o alcalde.
En apenas unas horas se eligió Majadahonda. La propia Sara, nueva señora Hernández, comentaba un día después, antes de la cena con la que obsequió a sus amigos para festejar su cuarto enlace, como había vivido estos momentos. - Día feliz, Sara
- Mucho. Se han callado muchas bocas. No daban una perra gorda por nosotros
- ¿Qué les dirías ahora?
- Que nos deseasen lo mejor a Tony y a mí, al igual que yo se lo desearía a cualquier pareja que se casase
- No ha sido para ti el primer matrimonio Antonia y, por tanto, las sensaciones de ahora quizá hayan sido diferentes a las de la primera vez
- Por supuesto. Ahora me he sentido mucho más feliz que la primera vez que me casé, con Anthony Mann, ya que lo hice en artículo mortis. (Mann había sufrido un infarto y los médicos temían por su vida. Posteriormente, una vez él recuperado, volvieron a casarse). Como ves, no fue una boda para nada feliz, aunque estuvimos casados durante siete años. Nos divorciamos porque él me llevaba mucha diferencia de edad. Nos dimos cuenta de que yo empezaba a vivir y Anthony a decaer
- De Pepe Tous si guardas un magnífico recuerdo del día de vuestra boda, ¿no?
- Sí. Estuvimos juntos nueve años en "pecado mortal". Toda la sociedad mallorquina me volvió la espalda cuando me hablaba con Pepe, ya que yo estaba casada y no tenía la separación ni la anulación. Había vivido siete años con Giancarlo Viola, a quien dejé al conocer a Pepe.
- Luego esta boda con Tony es, digamos, la más normal de todas, por decirlo de alguna manera
Efectivamente. Yo estaba viuda y Tony, divorciado. No teníamos que dar cuenta a nadie. Pero esta boda ha sido toda una odisea
- ¿Una odisea?
- Sí, porque al final ningún juez quería casarnos
- Pero sí había uno dispuesto a ello...
- Lo había, sí, pero veinticuatro horas antes dijo que no para no sentar un precedente
- ¿Y?
- A la vista de lo que sucedía, hablé con un gran amigo mío que había sido alcalde de Majadahonda. Me dijo que no me preocupase, porque el actual edil era muy amigo suyo y una maravillosa persona y que se lo diría inmediatamente. Entonces, esa misma mañana Tony se acercó hasta Pradillo para cambiar los papeles ya que estaban preparados para que el matrimonio se celebrase en mi casa
- ¿Los testigos?
- Luis Fernando Carrasco, que es como si fuera mi hermano pequeño. Desde los once años ha estando entrando en mi casa. Tras morir su madre, como todos sus hermanos eran mucho mayores que él se vino a vivir con mi madre y con nosotros. Salió de casa para hacer la mili
- ¿El otro testigo?
- El doctor Claudio Mariscal