¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?

Se trata de un trastorno mental grave que puede conducir a la persona que lo sufre a momentos muy delicados que puedan comprometer su vida. Te explicamos qué y cuáles son los síntomas.

Por hola.com

El trastorno límite de la personalidad (TLP) es una problema mental grave. Se caracteriza por la inestabilidad afectiva, la de la propia identidad, la representación interna de uno mismo, y del estado de ánimo. Las personas que lo padecen presentan dificultad para gestionar sus emociones, algo que afecta a ellas mismas y a las personas de su entorno. Tal como explica el psicólogo Álvaro Frías, autor del libro 'Vivir con un paciente con trastorno límite de la personalidad', (Ed. Desclee Brouwer), los familiares y allegados al paciente suelen sentirse desconcertados por lo que sucede, sin saber además cómo actuar ante las diferentes situaciones que se presentan, muchas de ellas de una gran complejidad (por ej., amenazas suicidas). A su vez, el entorno puede arrastrar sus propios problemas emocionales como consecuencia de la gestión de esta difícil coyuntura familiar (culpa, rabia...). Estos padecimientos pueden limitar el adecuado y sano afrontamiento de algunas situaciones estresantes que se plantean en la convivencia con alguien diagnosticado de TLP. Uno de los mayores riesgos de esta patología llevar a cabo acciones que puedan comprometer la vida. Hasta el 10 % de las personas aquejadas de trastorno límite de la personalidad han cometido intentos de suicidio. 

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Síntomas del trastorno límite de la personalidad 

Las personas que lo sufren tienen una alta sensibilidad, lo que provoca reacciones emocionales intensas y su fragilidad les impide regular dichas emociones. Una ansiedad crónica fluctuante, la falta de control de los impulsos, una sensación de vacío crónico, hipersensibilidad y miedo al abandono son algunos de los síntomas. 

“Las personas con trastorno límite son muy vulnerables al rechazo, sienten un intenso miedo al abandono y perciben el mundo como un lugar peligroso”, explica la psicóloga Elena Guerrero Garijo, especializada en esta patología y presidenta de la asociación Océano TLP. “Todo ello crea mucho sufrimiento tanto a los afectados como a sus familias. Las personas que lo sufren aseguran sentir un vacío crónico y muestran conductas impulsivas que pueden ser dañinas para sí mismos y para otros, además de tener una alta prevalencia de conducta suicida”, continúa la experta. 

Entre el 2 y el 8 por ciento de la población española puede padecer trastorno límite de la personalidad. Fundamentalmente, afecta a mujeres. Según los datos, la prevalencia es tres veces mayor. Aunque, como apunta Guerrero, "puede ser debido a que los hombres tienen más resistencia a acudir a un profesional por temas psicológicos. Por otro lado, las mujeres son más vulnerables al trauma de origen sexual, uno de los factores de riesgo de este trastorno”.

Se desconoce la causa que produce esta enfermedad, aunque se piensa que puede estar relacionada con la genética, factores ambientales (como el trauma) o la propia función del cerebro. 

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Un diagnóstico que tarda en llegar 

El trastorno límite de la personalidad es un problema mental difícil de diagnosticar, puesto que se puede confundir con otras patologías. 

“Es difícil de diagnosticar porque se enmascara con otros trastornos como el depresivo, de ansiedad, de conducta alimentaria, de abuso de sustancias, etc.” enumera Nerea Palomares, psicóloga sanitaria y vicepresidenta de la Asociación Océano TLP. “Sin una especialización ni experiencia clínica es difícil de detectar el núcleo del trastorno. Esto implica que los afectados suelen dar muchos tumbos hasta que encuentran un profesional que les realiza un buen diagnóstico”. Se calcula que puede pasar un mínimo de dos años antes de obtener un diagnóstico claro.

Otra de las patologías con la que se puede confundir es con el trastorno bipolar, puesto que comparten una alta inestabilidad afectiva y un alto grado de impulsividad. “Incluso, en un determinado momento evolutivo del trastorno límite, pueden convivir juntos. También crea confusión con los trastornos disociativos, sobre todo aquel que viene del trauma complejo, porque ante situaciones de alto estrés pueden aparecer episodios micropsicóticos, amnesias y lagunas”.

El tratamiento de esta enfermedad se aborda desde varios frentes: psicoterapia, medicación y hospitalización si los especialistas lo consideran necesario.  

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