Hacer turismo no se limita solo a los meses de verano. Viajar es un placer que nos gusta vivir en cualquier época del año y al que, por lo general, nos lanzamos con los ojos cerrados si el destino nos gusta y podemos asumirlo el coste del viaje. Con eso, hasta ahora, era suficiente para viajar y conocer mundo sin mayor complicación.
Pero a día de hoy las cosas han cambiado, por desgracia, y la terrible situación medio ambiental en la que nos encontramos, con un planeta que necesita que nos comprometamos con él si no queremos ver cómo se destruye ante nuestros ojos, exige un modelo consciente de consumo a todos los niveles, incluido el turismo.
Resulta paradójico que justo ahora que han proliferado las líneas de bajo coste descubramos que al volar producimos una de las mayores huellas de carbono posibles. Cuando parece que un billete de avión a Noruega puede costarte lo mismo que uno de tren que vaya de Madrid a Asturias, poniendo como nunca antes en nuestra mano la posibilidad de conocer mundo, llega el momento de buscar alternativas que nos permitan seguir viajando sin perjudicar al planeta.
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Pero, además, cuando viajamos gastamos más recursos que en nuestra vida diaria de manera casi automática e inconsciente. Por ejemplo, en Europa, los usuarios de hoteles de lujo consumen agua hasta tres veces más de lo que lo harían en su casa. Y se generan unos deshechos también muy superiores a nuestra media de consumo habitual. Todo ello sin que apenas nos demos cuenta, sencillamente porque hemos asociado los conceptos de turismo y vacaciones, en cierto modo, a dispendio y despreocupación.
El buen turismo es el turismo sostenible
Para contrarrestar el turismo más dañino para el medio ambiente, en los últimos años se impone cada vez un turismo más sostenible, respetuoso con el entorno que nos rodea. En realidad solo hace falta un pequeño cambio de mirada para descubrir que de esta manera no solo estamos siendo responsables con nuestro planeta, sino que además podemos disfrutar de cosas que antes quizás se nos escapaban.
Descuidar el entorno que nos rodea es algo del pasado, así que es hora de convertirnos en el tipo de turista que marca la tendencia y la diferencia. Por eso te dejamos algunos consejos que pueden ayudarte a sumarte a esta forma de conocer el mundo, la mayoría muy sencillos.
Uno muy evidente, pero que no siempre se cumple, es respetar al máximo las indicaciones de conservación cuando visitamos un monumento. En muchas ocasiones son el patrimonio cultural, arquitectónico y natural de nuestro destino turístico, además de una fuente de ingresos. Por eso, con nuestro cuidado y respeto estamos colaborando a preservar más de lo que a primera vista parece.
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Del mismo modo, comprar productos locales y degustar la gastronomía propia de cada sitio, dejando a un lado por una vez las grandes cadenas, es un beneficio en ambas direcciones. Porque si visitas un sitio es para conocerlo en su autenticidad, y para que lo que te lleves de recuerdo se corresponda realmente con esa vivencia.
Siempre que sea posible, utiliza el transporte público. Esto es más respetuoso con el medio ambiente en tu ciudad y en cualquier ciudad del mundo.
Sabemos que no se puede elegir siempre cuándo tener vacaciones y, de hecho, la gran mayoría las disfruta en verano. Eso provoca que los destinos turísticos se masifiquen y el impacto negativo sea mayor. La desestacionalización es una forma de evitar este daño, y consiste en no limitar todos nuestros viajes al verano, para que la misma cantidad de turistas se espacien en el tiempo y disminuyan su impacto.
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