Todo previsto para el menú: ricos aperitivos, un plato principal ‘infalible’, un postre delicatessen… Pero, ¿y el vino?, ¿cuál será el más indicado para la ocasión? Si no eres un gran iniciado en el mundo enológico y en alguna ocasión te han asaltado este tipo de preguntas, echa un vistazo a estos consejos que hoy te proponemos. Se trata de recomendaciones que los expertos en vino de las tiendas de alimentación ‘Monte Pinos’ (con sede en Madrid) nos ofrecen para acertar a la hora de decantarse por un caldo u otro, en función de cada situación:
1. El color
Es cierto que aquello de ‘tinto para carnes y blanco para pescados’ es una regla algo trasnochada; hay tintos jóvenes que van perfectamente con algunos pescados y blancos con barrica que pueden acompañar a determinadas carnes. Pero no es menos cierto que, para los menos iniciados, es una regla que da menos margen a la equivocación. Así, para pescados y mariscos, o comidas ligeras como las ensaladas irá bien un vino blanco. Para carnes, guisos o potajes, que tienen más grasa, acertaremos con un vino tinto, que tiene más cuerpo.
2. La temperatura ambiente
Parece obvio que, para los días calurosos y húmedos, resultarán ideales los vinos más frescos (rosados o blancos). Los espumosos triunfan en los días de más calor, ya que son refrescantes y livianos.
3. La etiqueta
Ayudará a saber con qué uvas está hecho el vino, cuál es su añada, y otras particularidades de cada cosecha. Poco a poco, a base de ir probando tipos de uva iremos aprendiendo a identificar cada nombre con diferentes texturas y sabores. ¿Algún ejemplo? Entre las uvas blancas destacan, por ejemplo, la Chardonnay con una acidez moderada, un tono ahumado y matices de piña y melocotón. El Verdejo es una de las cepas más antiguas de España, y destaca porque dura bastante en la boca y tiene un aroma afrutado que recuerda a la piña y a la hierba fresca.
Para los tintos, la uva española más usada es la Tempranillo, que se llama así porque la uva suele madurar semanas antes que el resto de variedades de uva tinta. Es poco ácida y más bien seca, y el olor recuerda a los frutos del bosque. La uva internacional más conocida es la Cabernet Sauvignon, de sabor más fuerte y penetrante. Es un vino muy estructurado que mejora con los años.
Hay que tener en cuenta que no debe confundirse el tipo de uva utilizado en el vino con las Denominaciones de Origen, que es otra forma de distinguir los caldos. En España hay cerca de 70, entre las que destacan la D.O Ribera del Duero, D.O Rioja, D.O Rueda, D.O Somontano, D.O Valdepeñas, D.O Ribeiro… incluidos el Cava y la Manzanilla.
4. ¿Y los monovarietales?
Este concepto se refiere a los vinos que están hechos con una única variedad de uva, mientras que los vinos de corte (o coupage) son los que se elaboran con dos o más tipos de uva.
5. ¿Vino joven o de barrica?
Los vinos jóvenes son los que se embotellan justo después de su fermentación. Son más frescos y afrutados, algunos con un ligero toque ácido. Los vinos de crianza son aquellos que pasan por un proceso de maduración en barrica antes de ser embotellados. Suelen tener más fuerza, mucho aroma y están más estructurados. Hay que tener en cuenta que los tintos suelen madurar más tiempo para desarrollar mejor su sabor.
Entre los vinos que han tenido tiempo de madurar podemos encontrar los Crianza, Reserva o Gran Reserva, que vienen determinados por su tiempo de maduración, que varía según los Consejos Reguladores de cada vino. Existen también vinos llamados Roble o Semicrianza, que son vinos que han pasado por barrica, pero sin llegar a los tiempos establecidos por las diferentes figuras de calidad.
6. ¿Seco o dulce?
Esto depende del nivel de azúcar que contenga el vino. Cuanto más seco, menos azúcar tendrá. Los hay secos, semi-secos, abocados, semi-dulces y dulces. ¡Para todos los gustos!
7. El precio
No hay que dejarse influir por el precio. En España tenemos la suerte de contar con excelentes vinos a un precio muy competitivo. Simplemente hay que saber cuál es el presupuesto y adaptarse a él. Pero nunca debe seleccionarse un vino pensando que, por tener un mayor precio, estará más rico.
8. En caso de duda, ¡pregunta!
Para eso están los expertos. ¿Y qué hay que preguntar? Pues por lo que nos gusta: un vino más dulce, más seco, o con aguja. Y también, dado el caso, por el vino que mejor puede acompañar determinado menú, plato, etc. Además, hay que pedirle al profesional que nos ayude a escoger. Se pueden tener en cuenta otros factores como que sea un vino ligero o con cuerpo, con más o menos acidez o con aromas determinados. Poco a poco, irás conociendo el vino y lo que a ti te gusta. Y pronto ir a comprar el vino se habrá vuelto una tarea divertida y entretenida.