Vivir deprisa tiene sus cosas buenas y sus cosas malas y sino que se lo pregunten a Scarlett Johansson, quien a sus 27 años ya puede presumir de tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Aunque a pesar de su juventud, la actriz ya ha vivido el mal trago de un divorcio, la sensual rubia puede presumir en contra de tener un excelente curriculum digno de las grandes estrellas de Hollywood.
Haciendo un guiño a los años 50 y presumiendo de curvas enfundada en un original vestido estampado, Scarlett recibió ayer la “baldosa” número 2.470 alargando así un poquito más este paseo que se extiende ya a lo largo de cuatro kilómetros. La protagonista de Lost in Translation llevaba el pelo recogido en un peinado al mas puro estilo del viejo Hollywood y carmín rojo a conjunto con sus altos zapatos de plataforma. "Es un regalo que me conmueve profundamente", aseguró Johansson antes de destapar la estrella ante la atenta mirada de la prensa, de curiosos y de caza-autógrafos que se agolpaban enfrente del museo de cera Madame Tussauds.
"Nunca en mis veinte años en esta industria pensé que recibir una estrella sería una posibilidad, ni siquiera remota", comentó la actriz de 27 años, que recordó sus inicios en el mundo del espectáculo en Nueva York cuando era una niña y se mostró encantada de haber "logrado tanto con tan poca edad". "Cuando me contaron que me iban a dar una estrella pensé que ya había conseguido dejar mi huella (en el cine). No importa lo que pase a partir de ahora", indicó Johansson, que calificó su hito en la acera de la meca del cine como su "casa permanente en Hollywood".
El momento más emotivo de la breve ceremonia tuvo lugar cuando Johansson apenas pudo contener las lágrimas al agradecer a su madre y a su abuela, presentes en el acto, su apoyo incondicional durante su carrera. "Mi abuela Dorothy, que este año cumple 90 y que ha volado desde Nueva York para estar aquí, es mi mayor animadora", afirmó la actriz, que reconoció sentirse "la persona más afortunada del mundo" por el trabajo que tiene. Además, la actriz contó con la presencia de alguien muy muy especial para ella, su hermana adoptiva, a quien quiso hacer protagonista de este acto posando con ella en brazos.
Scarlett también estuvo acompañada por su novio, Nate Taylor, quien parece estar muy integrado en la familia, y por su compañero de reparto en Los Vengadores, Jeremy Renner, quien durante su discurso bromeó contando lo horrible que había sido trabajar junto a la actriz. "Trabajar con ella durante seis meses fue tremendamente horrible, constantemente me dejaba tirado, me golpeaba, me pisaba e incluso llegó a limpiar el suelo con mi dignidad" relató entre risas el actor.
Scarlett, quien acaba de terminar su promoción del filme Los Vengadores, anunció esta semana que iba a estar reviviendo uno de los papeles más famosos de Elizabeth Taylor, dando vida a Maggie en la obra de Broadway, La gata sobre el tejado de zinc. No satisfecha con todo esto, la actriz también se convertirá en Janet Leigh en el remake de Psicosis.