Nació en Auckland (Nueva Zelanda) en 1919 y su amor por la montaña se despertó a la edad de 16 años cuando, en una excursión con el colegio, descubrió por vez primera la nieve y las cumbres del Ruapehu. Durante mucho tiempo compaginó su trabajo en la empresa de apicultura que poseía su padre con su gran pasión: la montaña. Y fue precisamente en sus constantes viajes a las sierras neozelandesas donde aprendió todo lo necesario para convertirse en un gran escalador.
Su fama como montañero llegó hasta el Comité británico para el Himalaya, que le seleccionó para participar en dos expediciones a la mítica montaña en 1951 y 1952. Pero no sería hasta 1953 cuando Edmund Hillary lograra uno de los mayores retos que todavía le quedaban al hombre por conquistar: la ascensión a la cumbre del Everest.En ese año este intrépido explorador y aventurero participó en una gran expedición compuesta por 11 escaladores británicos y 800 sherpas, comandada por el coronel John Hurt. Junto al sherpa Tenzing Norgay, Sir Edmund Hillary consiguió llegar a la cima e inscribir de esta manera su nombre con letras de oro en los libros de historia.
Además de esta gran hazaña, Edmund Hillary participó en otras aventuras, como por ejemplo, la que protagonizó en 1956 (junto a otra expedición británica) al conseguir llegar al Polo Sur en tractor, en la que fue la primera travesía de la historia con vehículos por el continente helado de la Antártida.
Amante de la montaña y del lugar que le proporcionó fama mundial, Sir Edmund viajó con frecuencia a Nepal, donde creó la Himalayan Trust, una fundación benéfica dedicada a mejorar la calidad de vida de los sherpas, que gracias a esta organización han visto como se han creado escuelas, hospitales, puentes, aeropuertos y otras infraestructuras esenciales para el desarrollo de esta parte del planeta.