Elizabeth Rosemond Taylor, nacida el 27 de febrero de 1932 en Londres, Inglaterra, y fallecida el 23 de marzo de 2011 en Los Ángeles, California, fue una de las actrices más icónicas y talentosas de la era dorada de Hollywood.
La estrella de la mirada violeta
Conocida también como Elizabeth Taylor o incluso solo como Liz Taylor, la inolvidable actriz comenzó su carrera en la actuación a una edad temprana. Su familia se trasladó a los Estados Unidos cuando era niña, y a los 10 años, ya había conseguido su primer papel en la película There's One Born Every Minute (1942). A lo largo de la década de 1940, Taylor continuó su carrera y ganó popularidad como actriz adolescente en películas como Fuego de juventud (1944), donde interpretó a Velvet Brown.
Durante los años 50, Elizabeth Taylor, cuyos ojos no eran azules, ni verdes, sino violetas, realizó una exitosa transición a papeles más adultos con películas como Un lugar en el sol (1951) y Gigante (1956), junto a actores como Montgomery Clift y James Dean.
Leyenda de Hollywood
A medida que pasaban los años, Elizabeth Taylor actuó con menos frecuencia y se retiró eventualmente del cine en 2001. Sin embargo, su legado como una de las grandes estrellas de Hollywood perdura. Su belleza, talento actoral y su impacto en la cultura popular la convierten en una figura inolvidable del cine. Elizabeth Taylor fue una de las actrices más destacadas de su generación y sigue siendo recordada como una leyenda de Hollywood. Su impacto en la industria cinematográfica y su dedicación a las causas humanitarias han dejado una huella perdurable en el mundo del entretenimiento y más allá.
Ocho matrimonios
Sus brillantes actuaciones y su espectacular físico la convirtieron en un icono del cine, aunque también fue ganando fama debido a sus innumerables matrimonios, para ser exactos, un total de ocho, con siete hombres diferentes, debido a que con uno de ellos volvió a casarse en segundas nupcias.
"Realmente adoro a los hombres" y lo cierto es que no mentía ya que estos formaron una cadeneta de relaciones dispares en su vida: Nicky Hilton, el rico heredero, con quien se casó a los dieciocho años. Doscientos cinco días más tarde supo que él no sería el hombre de su vida. Como tampoco lo fue Michael Wilding, el Ivanhoe con quien tuvo dos hijos, Michael y Christopher. Cuando el amor se truncó, otro hombre dijo "sí" a la gran Taylor, Mike Todd, para muchos el gran amor de la actriz. Aquí el destino jugó una mala pasada, porque Mike Todd murió en un trágico accidente de aviación.
Necesitó un tiempo para superar la pena de la mano de Eddie Fisher, a quien Elizabeth Taylor dejó por el hombre que quizá más amó y más odió a un tiempo, Richard Burton: "Nos quisimos con locura, apasionadamente, y nos reconciliamos, nos divorciamos, nos volvimos a casar y volvimos a divorciarnos. Pero nunca dejamos de amarnos hasta el final. Su muerte fue para mí un duro golpe y todavía hoy no puedo dejar de echarle de menos".
La séptima boda de Elizabeth Taylor no pudo ser con Richard Burton (ella aseguraba que si él no hubiera muerto tan joven, a los 58 años, habría sido inevitable un tercer enlace entre ellos). El afortunado fue el senador John Warner…, y la desafortunada, la actriz, quien recordaba la época de esposa de un político, en Washington, como una auténtica tortura. En 1983, los excesos la llevaron a una clínica de rehabilitación, Betty Ford, donde conoció en otro de sus ingresos a su séptimo y último marido, Larry Fortensky, con quien contrajo matrimonio en 1991, en la finca de su adorado amigo Michael Jackson. Cuatro años después se separaron, alegando "diferencias irreconciliables". Pero nunca se arrepintió la actriz de tantos "sí" que acabaron en "no". "Lo pasé muy bien. Mis relaciones fueron estupendas, fascinantes y excitantes. No me arrepiento de nada de mi pasado"
Apasionada de las joyas
Mientras algunos amores eran inconstantes, otros fueron una constante en la vida de la actriz: el amor a sus amigos (no se pueden olvidar sus lágrimas, imposibles de ocultar, mientras rodaba Gigante y falleció su querido James Dean, ni el dolor que sintió tras la muerte de Michael Jackson) y el amor a las joyas: "Mi madre dijo que no abrí los ojos hasta ocho días después de nacer…, y cuando lo hice, la primera cosa que vi fue su anillo de compromiso. ¡Yo me enganché!". Y tanto. Sin ir más lejos, alguna de sus más preciadas joyas llegaron de la mano de Richard Burton.
En mayo de 1968, el actor le regaló a su esposa el diamante 'Krupp', que había adquirido en una dura puja con el joyero Harry Winston y que le costó la friolera de 305.000 dólares de la época. Y si la actriz se deprimía, siempre había una joya con que obsequiarla: como el conocido diamante 'Taylor-Burton', de 64,92 quilates y de más de un millón de dólares de coste.
"Nunca planeé adquirir muchas joyas… ni muchos maridos", declaró en una entrevista reciente. Pero hizo ambas cosas, como si el no quererlo le impulsara más hacia esa pasión no oculta. "He sido extraordinariamente afortunada en mi vida, respecto a que he conocido el gran amor y, por supuesto, soy la guardiana temporal de algunas cosas increíbles y hermosas".
Activismo y Filantropía
Taylor fue una defensora apasionada de la concienciación y la investigación del VIH/SIDA. Fundó la Elizabeth Taylor AIDS Foundation en 1991 y abogó por la investigación y la erradicación del estigma asociado con la enfermedad.
Oscar y Reconocimientos
Taylor ganó dos premios Oscar a la Mejor Actriz, el primero por su papel en Una mujer marcada (1960) y el segundo por ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966).
Entre los múltiples premios que recibió la actriz, se destacan el que recibió en 1985 en los Premios Globo de Oro por su destacada contribución al mundo del cine. En 1993, fue galardonada con el premio Humanitario Jean Hersholtste en los Premios de la Academia por su trabajo humanitario y filantrópico y numerosos galardones honoríficos y reconocimientos por su contribución duradera a la industria del entretenimiento.
Su muerte
Cuando se enteró de la muerte de Richard Burton, se desmayó en su residencia de Bel Air; sin embargo, Elizabeth Taylor no quiso que nadie sufriera por su muerte. Más bien pensó en una cuidada puesta en escena para que todos supieran que la diva Taylor lo sería en el más acá y en el más allá.
Cinco limusinas negras trasladaron a los familiares y amigos íntimos de la actriz hasta el cementerio Forest Lawn Memorial Park, en Glandale, cerca de Los Ángeles, donde descansa su amigo Michael Jackson. El cortejo fúnebre, tal y como ella dejó escrito antes de morir, llegó quince minutos tarde para cumplir con su propio deseo. Según leyó su representante, "ella quiso llegar tarde incluso a su propio entierro".
Las honras fúnebres duraron alrededor de una hora, dos de sus cuatro hijos le dedicaron unas emotivas palabras, Colin Farrell leyó un poema en su honor: 'The Leaden Echo and The Golden Echo', y su nieto Rhys Tuvey realizó su particular homenaje a su abuela interpretando un solo de trompeta de Amazing Grace.