Desde bien joven supo que el cine era el mundo en el que quería perderse. Sin límites. Montó con su hermano Brian una productora, Irish Twins, y se puso a escribir, producir, dirigir e interpretar el que sería su primer largometraje, Los hermanos McMullens. Corría el año 1995, y el joven Ed trabajaba en el mítico programa televisivo Entertainment Tonight con el único fin de obtener dinero que invertir en su gran pasión, el cine.
Logrado el primer objetivo, proyectar en pantalla grande su película y obtener críticas elogiosas de estrellas como Robert Redford, Edward Burns abandonó su trabajo remunerado para convertirse en cinéfilo a tiempo completo.
Comenzaron a sucederse filmes. Delante, detrás, ante la cámara y en la soledad de su estudio, Edward Burns se fue perfilando como uno de los cineastas más sólidos de la última hornada. No tenía miedo a nada. Ni siquiera a trabajar bajo las órdenes de Steven Spielberg en la taquillera Salvad al soldado Ryan o a actuar junto al consistente Robert de Niro en Quince minutos.
A esta estrella, que brilla con la luz de su propio esfuerzo, aún le sobra tiempo para poner en orden una vida sentimental caracterizada por la discreción. Primero fue Heather Graham (protagonista de la segunda parte de Austin Powers), y después el que sin duda ha sido el gran flechazo de su vida: Christy Turlington. Cineasta y ex modelo se comprometieron, después de seis meses de noviazgo, en el año 2001. Y es que, cuando se tiene determinación y voluntad, hay tiempo para todo.