El padrino de Drew Barrymore es nada menos que el genial Steven Spielberg. Con él dio sus primeros pasos en el mundo del celuloide, interpretando a la entrañable Gertie, amiga de un extraterrestre, que respondía el nombre de E.T, y buscaba inconsolable y tierno su casa. Con siete años, aquella niña rubia de cara regordeta formaba parte del elenco de estrellas que los aficionados adoraban.
Su madre, la actriz Ildiko Jaid Barrymore, descubrió en su hija una particular predisposición para la fotogenia. Tenía 11 meses y el bebé Drew ya había participado en anuncios de televisión. Pero una fama mal digerida, y un ambiente familiar caracterizado por el consumo abusivo de alcohol, hicieron de la joven Drew una niña prodigio no sólo en el aspecto interpretativo. Cuando otras niñas juegan inocentes con muñecas, Drew se vio envuelta en una espiral de adicciones que pareció poder con ella. Con diez años, ya sabía de las veleidades de la marihuana. En plena adolescencia, pasó por programas de rehabilitación de los que solía escaparse antes de finalizarlos. No acabó la escuela secundaria y su vida comenzó a convertirse en un túnel sin salida.
Después de una adolescencia muy alejada de la rebeldía normal de esa edad y convertida en una época de ‘autodestrucción’ para la actriz, Drew comienza a darse cuenta del daño que se está haciendo, pero vuelve a cometer una locura, esta vez contrayendo matrimonio a los 19 años con Jeremy Thomas, un camarero de un bar, del que se divorciaría tres meses más tarde.
Un buen día, apoyada por los suyos y por una serie de directores que creyeron en ella, decidió que su carrera merecía más la pena que todas esas noches de fiesta ininterrumpida y sustancias dañinas. Se dejó dirigir por el genial Woody Allen, en el curioso musical Todos dicen I love you. Era el año 1997 y parecía que el espíritu rebelde de Drew Barrymore había sentado cabeza. Cuando en el año 2001 volvió a contraer matrimonio en una ceremonia privada, en Malibú, con el actor cómico Tom Green, la vida de Drew Barrymore alcanzó uno de los momentos más felices de su vida.
Barrymore, consciente de que la vida había que vivirla sin prisa pero sin pausa, saboreando cada minuto del día, comenzó a recibir guiones para participar de nuevo el algunas películas, entre ellas Boys on the Side con Whoopi Goldberg y Mary-Louise Parker, un pequeño cameo en Batman Forever, Scream o The Wedding Singer.
Feliz de su regreso y con más fuerzas que nunca, la actriz de sonrisa inconfundible sacó su vena empresarial para crear junto con su socio, Nancy Juvonen, una productora cinematográfica llamada Flower Films que le reportaría muchas alegrías, entre ellas el gran éxito de taquilla, Los Ángeles de Charlie, donde Drew deja ver una imagen de chica sexy, que muchos creían perdida.
Alérgica al ajo, las picaduras de abeja, el perfume y el café, Barymore, quien tiene como madrina a nada más y nada menos que a la actriz italiana Sofía Loren, ha sabido de recuperar a base de esfuerzo y ayuda el total control de su vida redirigiéndola hacia su gran pasión la gran pantalla y la fotografía.
Con varias historias de amores fracasos en el camino, entre ellas la del batería de la banda neoyorquina The Strokes, Fabricio Moretti con el que mantuvo un noviazgo de cerca de cinco años. Drew paladea el sabor dulce de la vida al lado de Justin Long, un actor estadounidense que le ha robado el corazón.