El final del verano deja sus huellas en nuestra piel en forma de un cutis más seco, tirante y con menos vida –manchas al margen-. Y es que las prolongadas exposiciones al sol, la vida al aire libre y la contaminación repercuten en la piel de forma negativa.
Así, estos días en los que decimos adiós poco a poco a los meses de sol y playa se convierten en una época especialmente crítica para la piel con unas carencias muy grandes y una necesidad de cuidados importante. Por este motivo, en estos días preotoñales, lleno de buenos propósitos, se hace necesaria una rápida actuación para contrarrestar los estragos de los agentes atmosféricos y devolver a la piel su suavidad y transparencia. Pero, ¿qué es lo que más falta le hace a la piel?
Hidratación para la piel
Uno de los primeros síntomas que sufre la piel es la deshidratación. La piel tiene sed porque el sol ha absorbido la mayor parte de su agua y ha secado su superficie. La hidratación se hace imprescindible, pero antes lo conveniente es realizar un peeling que arrastre y elimine todas las células muertas para que penetren bien las cremas. La hidratación se realiza mediante productos específicos que actúan en la superficie reforzando la película que protege la epidermis de una excesiva evaporación. Estas cremas aumentan la capacidad de las células para retener su reserva natural de agua. Una piel hidratada no se descama, se arruga poco y tiene brillo y un aspecto vital. Y es que de la hidratación de la piel dependen su aspecto, su elasticidad, su luminosidad y su propia salud.