Asentada desde septiembre en Nueva York, Mariló Montero parece abrazar ya por completo el American way of life. Ese estilo que el cine, la música, el arte o los hábitos de vida se han encargado de exportar y que ahora la periodista española está experimentando in situ y narrando en primera persona. Desde la celebración de Acción de Gracias hasta las sensaciones que experimenta a la visitar el lugar en que un día estuvieron las Torres Gemelas, eso sin olvidar el día a día en una ciudad que nunca duerme.
“Ya empiezo a ser para ellos parte de la calle, de su trozo de barrio”, cuenta la periodista en uno de los últimos artículos que ha publicado en Por Montera, la columna que escribe en el Diario de Sevilla. Un espacio desde el que muestra con ilusión que está ya convertida en una neoyorquina más en su primer otoño en la Gran Manzana.
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Si algo marca de forma tradicional esta estación del año en los Estados Unidos, es la cena de Acción de Gracias, una costumbre a la que Mariló Montero se ha sumado. “Y por fin llegó el Thanksgiving… y no comí pavo. Es lo que más siento, porque estaba emocionada por ser testigo de cómo se manejaría el anfitrión para despedazar un ave que puede alcanzar más de 15 libras (7 kilos aproximadamente)”, cuenta con humor antes de dar las gracias –que es de lo de lo que se trata esta cita- a sus anfitriones.
“Me siento muy agradecida por el hecho de que esta familia me sentara en su mesa, porque así tuve la oportunidad de darme cuenta de que es un día en el que entre todos los invitados se viven las mismas situaciones que en la Nochebuena en España”, explica Mariló, que también acerca a través de su cuenta de Instagram escenas de la ciudad, como una visita a una vacía Torre Trump, símbolo del poder del nuevo Presidente de los Estados Unidos.
Como ella misma ha contado en sus publicaciones, se encuentra “fascinada” por esta ciudad, “aunque esté hecha a máquina y no a mano”. La periodista, amante por tanto de contar historias y vidas, está disfrutando de la vida cotidiana, de momentos bucólicos, como un paseo por un Central Park cubierto de hojas, y otros tristes, como la sensación que produce entrar en el edificio erigido en lugar del antiguo Worl Trade Center.