A las afueras de la ciudad universitaria de Friburgo, en Alemania, existe un lugar que se ha convertido en una especie de paraíso ecológico. En Vauban no hay coches, las casas son sostenibles y la naturaleza es una realidad en el día a día de sus 5.300 vecinos. Nada de atascos, malos humos ni ruidos.
Este "ecobarrio" nació de un proyecto de los ciudadanos en los años 90, que con el apoyo de las autoridades, consiguieron hacer realidad lo que muchos consideraban una utopía. El lugar, que nació en 1937 con unos barracones por orden de Adolf Hitler, es hoy un ejemplo de sostenibilidad para el mundo. Un equipo de 60 arquitectos se encargó de la reconstrucción del lugar. Las casas son un ejemplo de ahorro energético y algunas alcanzan un impacto medioambiental cero.
Si alguien quiere tener un coche en Vauban, debe pagar una tasa de 20.000 euros por estacionarlo en uno de los dos aparcamientos situados a las afueras del vecindario. El 70 por ciento de sus habitantes no tiene vehículo propio y un 57 por ciento lo vendió cuando se mudó al barrio. Todos se mueven en bicicleta o andando, y si quieren acercarse al centro de Friburgo, pueden hacerlo en un tranvía público. Si necesitan un vehículo para salir de vacaciones o para trasladar cosas, los vecinos optan por alquilan uno. Como no hay coches, apenas hay carreteras, y las calles están preparadas para pasear: únicamente se permite el paso de vehículos para la descarga de artículos de primera necesidad.
Las casas de Vauban son bonitas, tienen balcones y jardines, y los vecindarios son un remanso de paz. Siguen un esquema de construcción ecológico y de ahorro energético. Parece un barrio de revista. Las viviendas funcionan a base de energía solar y la calefacción se activa gracias a una central que quema residuos forestales. Las ventanas, por ejemplo, son triples, y poseen un sistema de refrigeración que evita utilizar el aire acondicionado.
Y, mejor aún, el coste para los vecinos es mínimo. Una casa de 90 metros cuadrados se puede calentar por sólo 114 euros al año, una cantidad que utilizando otro tipo de energía se suele pagar por mes. El agua de la ducha y el fregadero se reutiliza, se filtra y se usa para regar. La mayor parte de las casas de la zona ni siquiera necesita toda la electricidad que produce, por lo que la vende a las compañías de la luz.
Una sociedad también limpia
El planteamiento “eco” no solo afecta a las viviendas, los transportes y la energía, sino también a la organización social. Existen ayudas para la vivienda y residencias de estudiantes. También se fomenta el desarrollo económico local, promoviendo el pequeño comercio, eso sí, siempre ecológico. Quienes viven allí aseguran que es un lugar tranquilo y seguro, ideal para la gente joven. Como dice su eslogan: “Estamos creando el mundo que queremos”.